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Traducido por Marco Gámez
Muy a menudo miramos hacia el futuro durante la temporada invernal: ¿hacia dónde se dirige [inserta el nombre de un agente libre] y cómo impacta eso en la alineación de su nuevo equipo? Pero cada transacción tiene dos lados–tan importantes como lo que le espera a un jugador que se muda son los amigos que dejaron atrás. ¿Cómo manejará su anterior equipo la producción que se va con ese jugador? El grupo de agentes libres de este año no está realmente repleto de estrellas, pero ya hemos visto a algunos de los bates de más alto perfil cambiar de uniforme, como Willy Adames, Tyler O’Neill y un tal Soto del que quizás hayas oído hablar. Hay bateadores respetables que todavía no han firmado, como Christian Walker y Alex Bregman.
Tanto los fanáticos como los jugadores de ligas de fantasía se preguntarán: ¿Quién se beneficiará de esas apariciones al plato que dejaron los agentes libres que se fueron? ¿Qué jugadores podrían dar un paso adelante y hacerse un nombre en 2025? Utilizando la tasa de daño para medir la calidad de las bolas bateadas, un porcentaje de contacto en la zona mínimo del 80% como indicador de la herramienta de capacidad de batear (lee el gran manual de Ben Zeidman sobre la importancia de ese número aquí) y SEAGER para calificar sus decisiones de swing, podemos intentar encontrar jugadores con las habilidades necesarias para florecer si se les da la oportunidad el próximo año. Echemos algunas redes y capturemos algunos de los nombres más prometedores.
Pavin Smith
La alineación ultra productiva de los Diamondbacks potencialmente ha perdido varios bates importantes, como el primera base Christian Walker y el bateador designado Joc Pederson; el dúo que se combinó para 93 extrabases y 148 carreras impulsadas como engranajes clave en medio de la ofensiva con mayor cantidad de anotaciones del béisbol durante la temporada pasada. Si bien es factible que las Serpientes puedan recurrir al grupo de agentes libres para reemplazar (o volver a contratar) a uno o ambos de estos jugadores, la aparición de otro bateador en la recta final de la temporada pasada proporciona razones para creer que tienen una solución interna.
El juego de tres cuadrangulares de Pavin Smith que fue transmitido por televisión nacional en una noche dominical lo puso en el centro de atención, pero la realidad es que su temporada fue mucho más que solo esa actuación. En 447 apariciones al plato tanto en Triple-A como en Grandes Ligas, Smith mostró una rara combinación de contacto y poder de juego; combinó una tasa de daño del 20% con una tasa de strike abanicando del 7.6%. Sus inclinaciones para producir extrabases se vieron aumentadas por su capacidad para conectar la pelota hacia el jardín derecho (casi el 11% de todas sus bolas bateadas fueron batazos elevados al lado contrario), lo que compensó sus velocidades de salida relativamente promedio. Combina la habilidad de batear la pelota y el enfoque optimizado, con decisiones de swing mejores que las tres cuartas partes de la Liga, y tendrás un bateador que cumple con todos los requisitos que buscamos en las estrellas en ascenso.
Es probable que, en Arizona, Smith termine en el gran grupo de bateadores usados según la mano del lanzador rival, lo que lo convierte más en un bate de reemplazo para Joc que en uno para Christian Walker, pero es una buena apuesta para ser productivo en el desierto, sin importar el papel que termine desempeñando.
Ben Rice & Jasson Domínguez
A Brian Cashman y Aaron Boone se les ha encomendado lo imposible este invierno. Juan Soto es irreemplazable casi por definición, pero los Yankees tienen que encontrar una manera de recuperar la mayor cantidad posible de su ofensiva. Ese plan seguramente implica agregar algo de ayuda externa, pero hay algunos contribuyentes potenciales prometedores que ya han llegado a las Mayores.
Probablemente hayas oído hablar de Domínguez, también conocido como El marciano, porque ha estado recibiendo muchísimas alabanzas durante un lustro. Donde hay humo, a veces hay fuego: en tres niveles (incluido un período de rehabilitación en clase-A baja) Domínguez logró una velocidad de salida del percentil 90 de 107.5 mph) (173 kph), un número que se habría clasificado entre Manny Machado (107.7 mph) (173.3 kph) y Corey Seager (107.4 mph) (172.8 kph) y que lo tuvo en las Mayores esta temporada. Ese poder prodigioso e innato va acompañado de una soberbia moderación en la caja de bateo (tasa de boletos de por vida del 13% en las menores) y una capacidad en constante mejora para chocar la pelota con el bate; su tasa de contacto en la zona ha mejorado del 84% al 87% y al 91% en todos los niveles durante las últimas tres temporadas. Incluso si los progresos en el contacto no perduran, la combinación de poder y paciencia de Domínguez podría convertirlo en una especie de experto en los llamados tres resultados básicos del beisbol en el Yankee Stadium.
Menos conocido es el receptor convertido en primera base Ben Rice, quien, al igual que el mencionado Pavin Smith, tuvo su oportunidad de ser estrella durante un juego de tres cuadrangulares esta temporada. A diferencia de Smith, todo fue esencialmente cuesta abajo a partir de ahí. Sin embargo, hay muchas razones para creer que su producción mediocre fue más debida a mala suerte que a demasiados problemas graves. La tasa de daño del 26% de Rice en las bolas bateadas lo coloca entre el 20% superior de los bateadores de las Grandes Ligas. Su tasa de persecución (la frecuencia con la que los bateadores abanican a los lanzamientos fuera de la zona) se encuentra entre el 15% superior de los bateadores de la MLB, al igual que su calificación SEAGER.
Si esos números no te convencen de su habilidad latente, considera sus estadísticas esperadas versus reales durante su período de 50 juegos en las mayores:
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